Medio pan y un libro

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En 1931, el poeta español Federico García Lorca pronunció un discurso tan orgulloso y apasionado en la inauguración de la biblioteca de su pueblo, que siempre me golpeó fuerte en el alma, aunque no viví en los años treinta y no estuve en Fuente Vaqueros ese día.

Si tuviera hambre y estuviera desamparado en la calle, no pediría ni un pan. Pediría medio pan y un libro.

Siempre me pregunto por qué un ser humano hambriento preferiría un libro a la comida... pero los poetas ven cosas que nosotros, la gente común, no podemos ver. Quizás por eso siempre fueron tan temidos y odiados por los dictadores. Cinco años después de que Lorca pronunciara este hermoso discurso, fue asesinado.

Lorca no podía imaginar que, casi 30 años después de su muerte, las investigaciones sobre la guerra fría darían lugar a algo tan fascinante como la Biblioteca de Alejandría, y que hoy llamamos: Internet.

La Biblioteca de Alejandría es el sueño utópico de la humanidad: reunir en un solo lugar y en un solo espacio todo el conocimiento de todos los tiempos y del mundo entero.
De algo estoy seguro: Lorca estaría fascinado por las oportunidades de aprendizaje que creó internet. Lorca no podía imaginar que la emoción que sentía al entrar en una biblioteca era la misma que sentimos hoy al buscar algo en Google.

A Lorca le encantaría saber que podía entrar a la Biblioteca de Alejandría cuando quisiera, sin necesidad de estar en Egipto, a cualquier hora del día o de la noche. ¿ Quién lo imaginaría?

Lorca nunca imaginaría que Berners-Lee, el científico que diseñó los conceptos básicos de Internet, hiciera todos los dibujos inspirados en la imagen de las bibliotecas físicas, porque las bibliotecas son el lugar más maravilloso que, como sabemos los humanos, contiene ese conocimiento fluido y accesible. 

Sí… ¡Internet se inspiró en las bibliotecas!

Esa idea de vagar y recorrer pasillos buscando información, historias y respuestas que satisfagan nuestra curiosidad inagotable. Lorca jamás imaginó que la codificación de las páginas de internet se inspiró en la forma en que codificamos los libros en las estanterías de las bibliotecas, e incluso que las reglas y protocolos de hipertexto utilizados para programar los motores de búsqueda digitales se inspiraron en lo que le decimos a un bibliotecario cuando queremos encontrar un libro específico. ¿Quién lo vería? Ni siquiera un poeta…

Volvamos a Fuente Vaqueros un par de minutos más.

¿Por qué un libro? ¿En lugar de medio pan? ¿Por qué bibliotecas? ¿Por qué aprender? ¿Por qué educación? 

La respuesta hoy es la misma que en 1931: criar seres humanos verdaderamente libres , capaces de comprender valores humanos como la justicia, la libertad, la democracia, el amor, la honestidad, la dignidad, la compasión, el coraje, la amistad, la lealtad, el respeto, la generosidad y la bondad. Todas esas "cosas exclusivamente humanas", que Charles Darwin consideraba el secreto que nos permitía, a los frágiles humanos, ir en contra de las duras leyes de la selección natural y sobrevivir.

En resumen, criar personas que "sepan también disfrutar de todos los frutos del espíritu humano, porque lo contrario los convertiría en máquinas", como bien dijo Lorca aquel día. Lorca jamás imaginaría lo desesperados que estamos hoy en día por no convertirnos en máquinas.

Para lograr este objetivo, debemos permitir que todos los seres humanos del mundo , independientemente de quiénes sean y dónde se encuentren, accedan libremente a la Biblioteca de Alejandría, siempre que deseen aprender algo, ya sea de día o de noche.

Si la inauguración de la biblioteca de Fuente Vaqueros hubiera tenido lugar en octubre de 2021, Federico García Lorca probablemente diría:

Si tuviera hambre y estuviera desamparado en la calle, no pediría ni un pan. Pediría medio pan, un libro y acceso a internet.

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