Campo de refugiados de Kakuma: la historia de Isma

En el noroeste de Kenia se encuentra el campo de refugiados de Kakuma, donde se encuentran más de 200.000 personas desplazadas.

Entre ellos se encuentra Isma, que llegó en 2012 procedente de Jartum, Sudán, y se embarcó en un camino lleno de desafíos a la tierna edad de 11 años.

Dejando a sus padres atrás en un país desgarrado por el conflicto, ella y sus hermanos buscaron refugio en Kakuma.

Al reflexionar sobre su ardua llegada a Kenia, Isma relata: “Fue un viaje muy difícil, luchamos para llegar aquí con tantos desafíos.

La decisión de abandonar su país natal tuvo su raíz en la búsqueda de la paz, como ella misma comenta: “Dejé mi país para buscar la paz y poder sentirme cómoda”.

Lamentablemente, la agitación en Sudán ha sido una situación constante desde la segunda guerra civil sudanesa hasta la guerra de Darfur.

Cuando las tensiones estallaron en abril del año pasado, más de 1,5 millones de sus compatriotas siguieron el parque que tomaron Isma y sus hermanos.

Ella explica que los conflictos han hecho que la vida allí sea insoportable: “La situación en Jartum actualmente es muy mala porque, como ustedes escuchan los rumores o ven las noticias, la guerra ha perturbado todo allí.

“En realidad, ya no queda nada allí”.

Dentro de los confines de Kakuma, Isma encuentra consuelo en la educación y la camaradería.

Con sus tres hermanas y dos hermanos a su lado, todos menores de 30 años, ha tenido que afrontar las complejidades de un sistema escolar abarrotado.

Con 280 estudiantes en una clase y falta de recursos, estudiar en Kakuma está lejos de ser sencillo.

“La vida en una escuela es muy difícil”, reconoce.

A veces llegas a clase por la mañana y no tienes nada para comer, ni agua para beber, ni nada. Pero simplemente tienes que concentrarte en tus estudios para conseguir lo que quieres.

A pesar de los desafíos de estar en Kakuma, ella minimiza su magnitud simplemente porque está más segura que en Sudán, afirmando: "Hay algunos desafíos, pero no es un gran problema".

Sin embargo, el acceso digital no siempre ha sido fácil durante los 12 años que Isma lleva en el campamento.

“De hecho, cuando estaba en la escuela, no teníamos internet ni computadoras. Simplemente nos enseñaban en la pizarra”, recuerda la joven de 23 años.

En 2023, aprovechó la oportunidad de unirse a un curso de informática dentro de la comunidad creado por la organización de base Iniciativa de Defensa para el Desarrollo Juvenil.

Isma quiere construir una página web en la que pueda contar su historia, que gracias a internet que unconnected.org ha ayudado a mantener, podría convertirse en una realidad para ella.

“Me uní al curso de informática aquí en la comunidad para perseguir mis sueños porque me gustaría ser una experta en informática para poder hacer mi propia investigación”, dijo.

 Sus sueños no sólo residen en sus ambiciones profesionales o creativas, sino también en dónde se imagina geográficamente.

“Me encantaría vivir en un lugar muy bonito como Estados Unidos, Australia o Alemania”.

Aunque reconoce que es un proceso lento porque el viaje a esos destinos está plagado de obstáculos burocráticos.

“Nos resulta muy difícil salir del campamento. Obtener una visa es un proceso muy largo”, suspira.

En medio de sus sueños, Isma se enfrenta a la dura realidad de progresar con sus estudios de TIC en Kakuma.

El principal desafío aquí es la electricidad. Es muy problemática la mayor parte del tiempo cuando llueve.

Además, como mujer, Isma se enfrenta a obstáculos adicionales, ya que los participantes del curso tienen que pagar su propia matrícula.

“Aquí no tenemos ningún apoyo como mujeres. Simplemente luchamos solas”.

Sin embargo, en medio de la adversidad, la determinación de Isma, junto con las oportunidades que le puede brindar el aprender nuevas habilidades, la deja con mucha esperanza de un futuro mejor.

 

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